sábado, 23 de abril de 2022

ES SU VIDA...

LA MUJER QUE YO AMÉ
Por Roberto Fiesco.
FICG-UdeG, 2021.

         Cada año, el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, rinde homenaje a alguna personalidad de nuestra cinematografía. A lo largo de los años ha publicado monografías con testimonios, datos, entrevistas y las filmografías de Silvia Pinal, Marga López, Ernesto Gómez Cruz, Isela Vega, entre muchos otros, y en 2021 le tocó a Elsa Aguirre, de las pocas estrellas todavía sobrevivientes de la época dorada del cine mexicano, ahora nonagenaria y espléndidamente bella como antaño. En estos tiempos cuando vivimos con rapidez, interesándonos sobre todo en lo inmediato y lo efímero, es difícil pensar en la creación paulatina de estrellas de cine: películas escritas especialmente para ellas, temáticas de escritores renombrados, bajo las direcciones de realizadores que habían demostrado su valía y talento (que hasta estos tiempos se han revalorado). Elsa Aguirre, nacida en septiembre de 1930, debutó a los quince años en El sexo fuerte (1945. Dir. Emilio Gómez Muriel) en un papel pequeñito, aunque con una personalidad tan fuerte, que llamó la atención de productores, sobre todo de Julio Bracho, director importantísimo, quien la hizo debutar estelarmente en Don Simón de Lira (1947). A lo largo de 39 películas que se extienden a lo largo de 34 años (complementados por teatro, televisión, presentaciones en cabaret, que amplían ese lapso en otras dos décadas más), podemos todavía ser testigos de su grandiosa, impactante presencia.

         En este libro, Roberto Fiesco presenta los testimonios que la propia Aguirre le expresó acerca de su vida, sus experiencias, sus películas, sus relaciones sentimentales, sus logros y fracasos. Es interesante notar que en su redacción se puede sentir la sencillez de una mujer que, siendo jovencita, ni idea tenía de lo que estaba sucediendo frente a las cámaras, ni tampoco de la importancia de sus coestrellas. Elsa Aguirre era una persona que agradeció entrar al cine porque no sabía hacer nada. Suena simple e ingenua al narrar que se enamoraba de todos sus galanes y se emocionaba con los besos fílmicos, aunque nunca llevó las relaciones más allá de la decencia, porque había que darse a desear: era vigilada severamente por una madre estricta y un padre militar, aparte de telegrafista. Es un libro que se lee en una sola sentada porque se siente la franqueza y sinceridad de alguien que, ya muy entrada en años, prefiere hablar, comentar sin tapujos sobre su realidad (cuenta cómo se hizo mujer; las verdades sobre sus tres maridos) y cómo fue encontrando la paz y la salud que le ha permitido llegar a este momento de su vida.

         El autor utiliza títulos de sus películas para comentarlas en capítulos e irlas desmenuzando, en algunos aspectos, de manera cronológica. No se cubren todas, pero sí la mayoría, aunque en la parte gráfica, contiene muchísimas fotografías, fotogramas y carteles originales, además de varios materiales publicitarios que muestran todo un sistema estelar, de industria fílmica que se tomaba en serio, aunque no todos sus productos fueran de excelencia (aunque la nostalgia y el tiempo les hayan dotado de una gran cualidad: son documentos de época). El libro cumple con todos los requerimientos del lector apasionado, más que nada el cinéfilo, ya que presenta datos desconocidos al interior de las producciones cinematográficas, aparte de los “chismes” y confirmación de cotilleos. Fiesco termina su libro con un resumen que la propia Elsa Aguirre hace de sí misma: Soy una persona como todas; no me siento ni más ni menos que nadie. Hice todo lo que quise y ahora, a los noventa años, tengo la respuesta: es la vida…



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